—¿ Quieres tener sexo ?
Mi pregunta fue tan directa que bajaste la cara mostrándote agraviada. Diste media vuelta con intenciones de salir.
—Espera…
Te detuviste en el umbral de la puerta. El escote triangular de tu vestido dejaba a la vista la piel blanca de tu juvenil espalda.
Este es un extracto de la introducción del libro Juventud en éxtasis, del autor Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Este libro lo leí cuando estaba en educación básica (si mal no recuerdo, en séptimo), porque nuestra profesora jefe lo pidió, y creo que fue una lectura enriquecedora y que me ayudo a establecer nuevos temas de conversación respecto a sexualidad con mi madre, aclarando varias dudas, y dando la instancia para investigar otras.
Cuando el tema de la sexualidad emerge como tema de conversación, instintivamente pensamos en asociarlo a los genitales, pero hay que comprender el significado global que esta palabra abarca consigo. No es sólo la esfera biológica, sino también: psicológica, social y cultural. Sus limites son más amplios de lo que imaginamos.
Nacemos con ella, en nuestra más tierna infancia aprendemos y sentimos el contacto físico y lo que será el desarrollo de nuestra sexualidad en el seno de nuestra familia, siendo bebes nos deleitamos con el contacto físico materno, siendo una de las puertas por la cual el fututo niño(a) desarrolla su personalidad y sus relaciones con la afectividad.
La sexualidad es una parte importante de nuestra salud, aunque como concepto tiene una definición con variados puntos que se complementan y que lo forman, si podemos acercarnos a una palabra que lo describe: dinámico.
La salud sexual es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; no es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad. Para que la salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y ejercidos a plenitud».
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha definido la salud sexual como «la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad.»
Ambos organismos consideran que, para que pueda lograrse y mantenerse la salud sexual, deben respetarse los derechos sexuales de todas las personas. En efecto, para lograrla, la OMS asegura que se requiere un «enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener relaciones sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia.»
La salud sexual cambia con nosotros, con nuestro modo de vida, con la manera de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Y, además, relacionado estrechamente con la historia de la humanidad.
La sexualidad se vincula indudablemente con la educación sexual, es por eso de que hay muchos mitos sobre el tema, pues la ignorancia es evidente (ignorancia sobre anatomía femenina y masculina, sobre la fisiología, las etapas del placer sexual entre otras), ¿Porqué las mujeres no dicen donde, cuando y como quieren ser tocadas?, ¿es acaso vergüenza de su cuerpo, de sus deseos?, ¿Porqué se cree que con sólo la penetración y posterior eyaculación del hombre la mujer ha alcanzado el orgasmo?, ¿porqué los padres no hablan con sus hijos acerca de estos temas, como la primera relación sexual, métodos anticonceptivos?.
Hay tantas preguntas para responder, hay tanto que hay que hacer.
Pero sobre todo… tenemos tanto que conversar.